Publicado en Libros, Novela

Yo, Julia ( Santiago Posteguilo)

Como diría Obelix, ¡estan locos estos romanos! Y no podria llevarle la contraria. Pero que bien me lo paso leyendo sobre ellos. Da igual que sea historia pura o, como en este caso, una novela ambientada en el imperio. Para colmo, Posteguilo sigue dotando a sus novelas de una agilidad increíble, más teniendo en cuenta que sus páginas están repletas de datos y hechos históricos. Pero en ningún momento he tenido la sensación de estar abrumado o aburrido. Al contrario, el mérito de este escritor es conjugar de manera amena una historia de poder, una lucha civil y unos personajes ambiciosos con un rigor histórico fantástico.

La historia nos lleva a final de la dinastía Antonina, con Cómodo como objeto del odio de Roma y encarnación de las más bajas pasiones y locuras de un ser humano. Cuando es asesinado por su propia guardia pretoriana se suceden unos años de luchas internas, coronaciones de fugaces emperadores y la confirmación de un matrimonio que tendrá un papel decisivo en la historia. Este matrimonio formado por nuestra protagonista, Julia, y Septimio Severo urden paso a paso y con paciencia un plan para alzarse con el poder sobre todo el imperio romano.

Los capítulos se suceden a un ritmo vertiginoso, narrados sin apenas descripciónes de los personajes. Porque no importa para el autor el sitio donde se produzca la acción o como se sienten los protagonistas. Donde encuentra su fuerza la lectura es en unos diálogos abundantes, donde cada personaje se va definiendo en sus frases.
En la narración de las batallas, que como es normal las hay, debe ser el lector quien imagine el choque de escudos, o el intercambio de golpes. No hay lugar a la épica personal. Todo transcurre al ritmo de esos diálogos que cubren el campo de batalla y nos protege de una lectura que nos pueda provocar sufrimiento.

No soy el más objetivo para reseñar una novela histórica basada en Roma, es cierto. Pero sí puedo decir que he disfrutado de cada una de sus páginas. He conseguido trasladarme a esos pasillos de Senado donde se decidía la suerte del Imperio. Y, sobre todo, me he creído a cada personaje. Este es un libro dedicado a una mujer, a su ambición y  lucha, pero no es un discurso amable para con ella. Vemos a una persona con sus miedos y dudas. Y eso la hace tan humana como creíble.

Un libro que hasta Obelix, en su aldea gala, leería entre menhir y menhir.