
La realidad a través de los ojos de una niña puede ser un golpe a los sentidos de un adulto. Con Persepólis el impacto es brutal. La historia que nos cuenta es dura, muy dura. Las viñetas, en blanco y negro, dejan un sabor de boca agridulce. Los diálogos, cuerpo y alma de esta novela gráfica, pasan a una velocidad vertiginosa de la sonrisa al horror. Las palabras de la autora evolucionan desde un pensamiento infantil, inocente, hasta el descubrimiento de su etapa adulta, donde sus pensamientos son más profundos y pesimistas.
Una novela gráfica que retrata la sociedad irani de finales de los años setenta. La subida al poder del régimen islamista que limitó hasta los extremos más duros las libertades individuales.
Pasearemos de la mano de la autora por los patios de su colegio y las calles casi occidentales de Teherán. Y la seguiremos acompañando en su salida del país hasta sus primeros pasos como adulta. El dibujo, como decíamos anteriormente, es simple y sin notas de color. Su misión es difuminar en ocasiones a la protagonista, reflejo de la pérdida de identidad individual que impuso el régimen religioso.
La propia autora participó en el guión de una adaptación que se hizo para el cine. Una película prácticamente idéntica a la novela gráfica, con los consecuentes recortes en ciertas escenas por imperativos de duración.
La novela está dividida en cuatro partes, aunque la posibilidad de encontrarlo en un volumen único es más que factible. Una joya, alejada de las historias de superheroes pero que nos enseña que ser valiente no es cuestión de tener poderes.