Publicado en Libros, Novela

El sueño eterno (Raymond Chandler)

Quien me conoce sabe que no soy muy aficionado al cine actual. Sin embargo, tengo debilidad por las películas en blanco y negro, por las obras de arte de antes de los efectos especiales y los remakes. Es el sabor de lo original, el sentimiento de que, cuando fue rodada, una película era la conjunción de calidad y esfuerzo.

El libro de hoy sirvió a William Faulkner para crear el guion de una de las mejores películas de detectives de la historia. Raymond Chandler, escritor curtido en el universo pulp de la época (daremos una vuelta a ese concepto en otra entrada), creó al prototipo clásico de detective privado.

Su personaje de Philip Marlowe, cínico, un tanto misogino, aficionado en exceso al alcohol y poco amigo de la policía, ha quedado en el imaginario popular como icono de un género que triunfó durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta.

Publicada en 1939, El sueño eterno revolucionó la novela negra americana, un género hasta entonces relegado a un público marginal y en el que, con contadas excepciones, no abundaba la calidad.

Su historia, en apariencia simple, esconde una ácida crítica a la alta sociedad de la época y las desigualdades tan marcadas que se veían entre clases. Recordemos que casi no había pasado una década de la gran crisis financiera y sus efectos todavía eran muy marcados.

Con diálogos cortos, secos y un tanto humorísticos, su lectura se hace en ocasiones un poco enrevesada, debido a las subtramas que salpican el que parecía, en un principio, el hilo central. Pero no se le puede objetar emoción e intriga hasta la página final. La sensación de asombro será la que predomine en nuestro rostro a medida que pasemos las páginas.

Una obra con sabor a bourbon y a Humphrey Bogart en blanco y negro.

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Akademeia (Jesús Santamaría)

No todos los días una tiene la oportunidad de leer un libro escrito por un compañero en el que se recrea de algún modo la profesión. Jesús Santamaría, compañero de sonrisas como RISARcher de Unizar, nos regaló hace tres años esta novela que sitúa la trama en un ambiente que conoce bien: el de los grupos de investigación.

Se trata de una novela bien armada y mejor escrita que se lee en unas pocas horas porque engancha desde el principio. Como novela de misterio es algo especial, ya que tenemos que leer muchos capítulos antes de que llegue el muerto. Sabiendo que llegará, una lee con la necesidad de saber no quién va a asesinar a alguien (que también) sino, sobre todo, quién va a ser asesinado. Uno va irremediablemente ligado al otro y recorres las páginas pensando: <<si muere x, el asesino seguro que es z; si muere z, el asesino tal vez sea y>>. Creo que es la primera vez que me enfrento a algo parecido.

Lectura más que recomendable para todo tipo de público, pero especialmente para aquellos que sientan curiosidad por el mundo de los grupos de investigación y, por supuesto, para los compañeros de profesión. Santamaría describe muy bien el ambiente asfixiante y competitivo de muchos grupos y departamentos universitarios. Incluso para alguien como yo, que tiene la suerte de trabajar en un grupo sano y colaborativo, no resulta difícil reconocer en los personajes de Akademeia conocidos del mundo de la investigación.

Una novela fresca, bien escrita y muy bien editada en la editorial Los libros del gato negro. Una buena recomendación para un lunes estival.