
Esta es la historia de cómo convertir a un adorable perro, bonachón y cariñoso, en un ser agresivo y terrorífico. No parece un argumento muy original, a priori. Pero en las manos de Stephen King, nadie ni nada es inocuo e inofensivo. La imaginación de nuestro autor de hoy es inagotable. Sorprende cómo sus personajes pueden convertirse en nuestra peor pesadilla. Una tensión que no nos da respiro.
En «Cujo» experimentamos miedo a lo que se intuye, a aquello que nuestra imaginación nos propone como complemento a la lectura. Es un miedo a lo que no vemos y es imposible escapar de él.
La historia se desarrolla en un pequeño pueblo, donde dos familias serán las protagonistas de la acción. Por un lado, la familia Camber, dueña de Cujo. Por otro lado, la familia Trenton, que se han mudado recientemente. Dos familias imperfectas que irán tejiendo su historia al mismo tiempo que asistimos a la transformación de Cujo.
King es un maestro en crear ambientes claustrofobicos, llenos de miedos, odios y personajes oscuros. El uso de las descripciones, dejando muchas veces la acción o los diálogos de lado, nos crea una sensación de ansiedad que, sin duda, acelera nuestro miedo. Pero cuando todo se precipita, no hay respiro hasta el final. La sucesión en los acontecimientos hace que tome sentido esas partes del libro que nos han podido «aburrir». Porque sin esa parte sería imposible conseguir el climax posterior.
Una forma de escribir que hace sea imposible dejar de leer. Un maestro del suspense que nos hace disfrutar de aquello que más tememos.