Publicado en Ensayo, Libros

Ante el dolor de los demás (Susan Sontag)

Una instantánea fotográfica es una herramienta muy potente para comunicar. Pero también lo es para tergiversar la realidad o para impactar sobre un suceso ocurrido. En este pequeño ensayo, Susan Sontag nos habla sobre el poder de la fotografía de guerra. Profundiza sobre el uso propagandista, a favor o en contra, que tradicionalmente se ha hecho de los fotógrafos bélicos.

Sontag nos transmite que una fotografía, una imagen que es objetiva en cuanto a lo que plasma, se convierte en subjetividad. Y cuando esa fotografía viene acompañada de un texto que la enmarca y contextualiza, el  sentimiento de dolor puede ser aún mayor.

Y así comenzó en la guerra de Crimea (S. XIX) un uso «patriótico» de las imágenes con la intención de movilizar a la opinión pública británica. Fotografías creadas artificialmente, componiendo un escenario al servicio de una intención. Un movimiento que no ha dejado de crecer y modificarse. La guerra civil española supuso el primer conflicto donde fotógrafos profesionales quisieron plasmar el horror de la guerra de una forma espontánea. Una evolución que continúa hasta nuestros días.

Pero este pequeño ensayo no es un repaso a la historia ni tan siquiera una argumentación sobre el uso de la fotografía como arma de propaganda. La autora pone el dedo en la llaga al preguntarnos si la inundación de fotografías de guerra, del horror que nos provoca, no nos ha convertido en insensibles.

¿Cuánto horror somos capaces de asumir?, ¿es diferente el dolor ante una guerra en Europa que el que podemos sentir en una guerra de un lugar remoto?

Preguntas que nos dejan un poso de reflexión. Un ensayo sencillo en sus formas, intenso en sus párrafos y profundo en el debate que abre al público.

Publicado en Libros, Novela

La dama de las camelias (Alexandre Dumas -hijo-)

Como me dijo el otro día mi librero, no sé qué tienen estos autores del XIX, que te atrapan desde la primera línea y no puedes dejar de leerlos.

La Dama de las Camelias tiene todos los elementos de una buena novela romántica. En ella se combina el amor (carnal, romántico, familiar) y el desamor, la belleza de la juventud y el horror de la enfermedad y la muerte, la renuncia más desinteresada y la relación más frívola y calculada… lo tiene todo y, además, lo presenta tal y como una esperaría: con un narrador testigo de los hechos, combinado con cartas y narraciones en las que los protagonistas toman la palabra.

S. XIX en estado puro, incluidas las duras escenas en la tumba de una mujer joven. Como buena hispanista, nada más comenzar a leer ya estaba recordando el romanticismo más oscuro de Espronceda. Todo es extremo en esta novela: el amor de los amantes, la codicia de algunos, el sentido del deber… y, sin embargo, Dumas (hijo) tiene un uso del lenguaje mucho más moderado que otros coetáneos. No busquéis en esta novela los excesos lingüísticos de los novelistas rusos. Todo es más directo, más comedido en las formas. Si me lo permitís, mucho más agradable para una lectora del XXI.

No dejéis de leer los clásicos por el hecho de serlo, por conocer la historia de oídas o por haber visto alguna adaptación de cine o teatro. Acercaos a una edición cuidada, como la de Penguin, y disfrutad de una lectura mucho más accesible de lo que pudierais pensar. Un viaje al pasado que nos permite pensar en temas atemporales, como si existen las segundas oportunidades, cuáles son los límites del amor romántico o hasta qué punto lo que socialmente parece más sensato lo es reamente para nuestras vidas individuales. Porque los tiempos cambian, pero los humanos seguimos siendo los mismos.