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Songbook (Chris Cornell)

Hoy no es solo una reseña a un gran disco. Es también un pequeño homenaje a uno de los cantantes más importantes de la historia del rock. Ganador de varios premios Grammy y hasta de un premio Oscar, la importancia de su figura es indiscutible dentro del panorama de la música de los últimos 30 años.

En ocasiones, muy especiales, uno pone un disco y siente estremecer el alma, donde sólo queda cerrar los ojos y abandonarnos mientras la música nos inunda  hasta dejarnos sin aliento por la emoción. No son muchas esas ocasiones pero la voz de Chris Cornell consigue que mi respiración se detenga continuamente. 

En 2011 tuvimos la suerte de poder disfrutar de un disco acústico donde el vocalista de bandas como Soundgarden y Audioslave repasaba algunos de sus mejores temas y hacia dos versiones de Led Zeppelin y John Lennon.  Una lista de canciones que mostraban su calidad como compositor, como cantante y como alma de grupos que marcaron la historia del rock en EEUU.

Figura clave del Grunge, su sensibilidad musical hizo que sus colaboraciones abarcaran todo tipo de estilos musicales, y en todas ellas su voz sobresalía por encima del resto. En el disco que hoy nos ocupa su cálidad vocal se muestra en todo su esplendor. En una época de cantantes mejorados con software, es aún más palpable la voz única de Cornell. Pero también es una buena muestra de su dominio de la guitarra y de cómo era capaz de infundir alma a las seis cuerdas, conjuntando voz e instrumento y haciendo que incluso canciones que pasaron desapercibidas en su versión de estudio fueran aquí sentidas de una forma muy especial.

Hay verdaderas joyas dentro del álbum, pero yo querría destacar una por encima de las demás:  » I am the highway». Una preciosa versión donde todas las virtudes del álbum se juntan para darle un acabado perfecto.

Momentos para disfrutar de un artista que brilló de manera única.