Publicado en Libros, Novela

The Relic: el ídolo perdido (Douglas Preston y Lincoln Child)

Era obligatoria esta reseña por dos motivos. El primero porque ya nombré a sus protagonistas el día que hablamos de Loba roja. La otra razón es porque en su día se la recomendé a Mamen como novela de misterio e intriga (la memoria falla) y tiene más rasgos de terror y miedo. Hoy quería reivindicarla, no tanto por esta novela sino porque me introdujo en el universo del Agente especial de FBI Pendergast y su inseparable D’agosta.

Sus páginas nos cuentan las misteriosas muertes que se suceden en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Unos sucesos que comienzan a partir de la preparación de una importante exposición sobre culturas pérdidas de Sudamérica. Con la intervención de la policía y el FBI, es inevitable el conflicto entre los organizadores del museo que quieren mantenerlo abierto y aquellos que pugnan por cerrarlo hasta aclarar los hechos.

Un libro que trascurre en su mayor parte dentro del laberíntico almacén del museo, un ambiente opresivo que se convierte en el principal protagonista de la trama. Es inevitable ponerse en tensión cuando cualquiera de los personajes se internan en sus pasillos y salas. Los silencios juegan con nuestra tensión y las sombras nos induce a percibir incluso aquello que no existe más que en nuestra mente.

Escrita a dúo por Lincoln Child y Preston Douglas la acción no sufre bajones de ritmo, incluso en aquellas partes más técnicas o cuando la trama se desplaza fuera del museo. Hay que estar muy en sintonia para crear una obra sin que la narración se resienta al pasar de un autor a otro.

Esta fue la novela de presentación Pendergast que luego me ha acompañado a lo largo de dieciocho entregas. Desde 1995 hasta la última de 2018, he sido fiel seguidor de las aventuras de este espigado hombre con unas dotes extraordinarias pero sobre todo con un magnetismo personal que va más allá de la lógica.

Como escribí el otro día, Pendergast y D’agosta podrían ser un reflejo de Holmes y Watson. Es indudable que son hijos de su esencia, pero los autores han conseguido impregnar de una personalidad propia al dúo que impide compararlos con la obra de Conan Doyle.

Un primer libro que nos anticipa todas las horas de felicidad que vinieron después.