
Qué difícil es escribir sobre tantos temas en este país, todavía dividido en muchos aspectos y con posturas tan irreconciliables como enquistadas por el tiempo.
El tema vasco es uno de ellos y aunque parezca apagado por lo que ocurre en Cataluña dista mucho de haberse cerrado.
Fernando Aramburu quiso dar voz y sentimientos a las dos partes. Quizá se quedó corto cuando no dio más que pinceladas sobre los orígenes del conflicto pero sin duda supuso una exposición original en su planteamiento. Original y polémico. Aunque esto último sea inevitable todavía.
La historia nos lleva a un pueblo encuadrado dentro del núcleo duro del independentismo. Conoceremos a dos familias unidas desde la infancia de los padres que a raíz de la radicalizacion del conflicto comienzan a verse mutuamente como los enemigos. Uno de ellos es un pequeño empresario que empieza a sufrir la presión para que pague el impuesto revolucionario llegando las amenazas hasta sus últimas consecuencias, su asesinato.
Conoceremos la tragedia de dos mujeres, la esposa del fallecido y la madre del asesino, sus vivencias a través del dolor que cada una de ellas siente por lo que les toca vivir. Por un lado, el rechazo y el destierro que sufre la viuda hasta el anuncio del adiós a las armas de ETA y que la lleva a volver a su pueblo y raíces. En la otra cara de la moneda la madre, con un hijo encarcelado en una prisión lejos del País Vasco que, además, sufre los interrogatorios y las torturas de los cuerpos de seguridad.
El resto de protagonistas son una muestra de estereootipos que apenas evolucionan, aunque esta sinrazón es idéntica a la realidad. Por eso todavía encontramos posturas tan alejadas con pocas esperanzas de un entendimiento común.
Quien busque un tratado completo sobre la realidad vasca se está confundiendo. La obra es un tapiz de sentimientos exacerbados que se teje dentro de una sociedad fragmentada, tan cercana a nosotros como desconocida en sus detalles más íntimos. Y ahí es donde «Patria» nos engancha y atrapa hasta sus últimas páginas.