Hace ya un par de años que Natalia me regaló este libro por mi cumpleaños. No había oído hablar de él (cosa extraña, porque después lo he visto en un montón de listas de todo tipo) y no conocía a la autora, por lo que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. Un vistazo en diagonal me sugería que se trataba de una novela costumbrista, de esas que pasan por tu vida sin hacer mucho ruido, dejando una agradable sensación al terminar.
Pero, una vez más me equivoqué, porque la novela que os traigo hoy es mucho más que eso. Es verdad que tiene un tono de relato de época. A través de la vida de sus protagonistas, dos niñas napolitanas que viven una amistad de luces y sombras, presenciamos la cotidianidad de un barrio popular de Nápoles de mediados del siglo pasado; nos metemos en el interior de las familias (esa sagrada institución napolitana), conocemos el sistema educativo y las condiciones del mercado laboral; vivimos, de primera mano, las restricciones que marcan la vida de una joven en ese contexto social tan determinado y sentimos, con ellas, la necesidad desgarradora de trascender a todo y volar bien lejos del barrio.
Pero, más allá de todo lo que nos cuenta sobre el contexto histórico, esta novela tiene un valor universal. El retrato psicológico de los personajes es magnífico. No son, de ningún modo, herramientas al servicio de la autora. Muy al contrario, estos personajes están vivos, tienen contradicciones, aman y odian, igual que tú y que yo. Y, de pronto, te das cuenta de que esta pequeña novela está hablando de ti, no importa cuáles sean tus orígenes o tu realidad social. Porque habla de miedo y de esperanza, de amor y de envidia, de la soledad del que se sabe distinto a sus iguales y de la necesidad de buscar un destino en libertad.
Veníos a Nápoles de la mano de Ferrante. Entrad con esta novela y quedaos con todas las demás.