Posiblemente Morrissey provoque tanta pasión como rechazo. Hablamos de un cantante y letrista que jamás ha querido pasar desapercibido. Es más, su carrera como solista comenzó porque se sentía eclipsado. Nunca se sintió lo suficientemente valorado por otros grupos y artistas mientras formaba parte de The Smiths. Posiblemente su ego sea tan grande como su talento.
Quien lo haya visto, en directo o en vídeo, sabrán que la discreción no es su fuerte. Parte de su imagen persigue jugar con la ambigüedad y dentro del grupo no podía hacerlo libremente. Además, y en este disco lo siguió demostrando, sus letras siempre son controvertidas.
Corria el año 1988 y habían pasado unos meses tan solo desde que The Smiths se habían separado. Una triste noticia por el impacto que supuso esta formación en el panorama del rock durante su corta existencia (Otro día hablaremos del grupo).
Morrisey tenía el reto de demostrar que su talento podía sostener una carrera larga y fructífera. Razón no le faltaba. Aunque siempre habrá quien vea una línea continuista con su grupo, hay en sus temas un ADN propio y genuino; sería más propio decir que su genialidad impregnó al grupo.
En este trabajo encontraremos dosis de rock elegante, letras siempre ligadas a los libros, arreglos que recuerdan la esencia del pop británico y una producción que realzaba su voz por encima de todo.
Acertó de pleno porque en este disco podemos encontrar temas que hoy en día sus fans siguen demandando en sus conciertos. Temas como «Every day is like sunday», «I don’t mind if you forget me» muestran toda su capacidad creativa y los rasgos que habría de marcar su carrera. No podía faltar a su cita con la polémica y en «Margaret on the guillotine» volvió a dejar clara que la ministra británica no era santo de su devoción. Pero por encima de todas ellas sobresale » Suedehead», canción de desamor donde su voz calida suena como jamás lo había hecho hasta entonces.
Con este single consiguió algo que The Smith nunca lograron : colarse en el Top 5 de las listas británicas de éxitos. Un respaldo casi unánime de la crítica que comenzó a reconocerle que sin él, The Smiths no hubieran existido. Quién sabe. Lo que sí es cierto que la música siempre gana con su talento.