Hoy nos introducimos en la Castilla del siglo XVI, siglo convulso religiosamente y donde la inquisición adquirió parte de la mala fama que desde entonces le ha acompañado.
Recorreremos Valladolid de la mano de Cipriano Salcedo, nacido el mismo día que Lutero colgaba sus tesis, lo que supuso el inicio del protestantismo. Y es precisamente este hecho el que marcará la vida y el destino de nuestro protagonista. Convertido en comerciante, sus intereses parecen coincidir con grupos de conocidos, algunos históricos, que coquetean con las ideas revolucionarias de Lutero y que chocan de manera frontal con la iglesia católica.
No es una novela que hable de la intolerancia religiosa, o no en exclusiva. Su principal intención es la denuncia de la intolerancia sobre pensamientos heterogéneos a la doctrina oficial. Pues hubo pequeños grupos que intentaron introducir el pensamiento protestante que fueron represaliados con dureza. No hay, sin embargo, razones religiosas de alcance en las páginas de la novela. Delibes está más interesado en la confrontación entre la tolerancia y el fanatismo. El protagonista se muestra como una persona íntegra que aspira a respuestas que no encuentra en su entorno.
Es la lucha que se establece entre una apertura hacia unas ideas rompedoras y el inmovilismo por parte del estado. Un combate que, en nuestro país, nunca fue dialéctico. Más bien la sangre y el miedo fueron las razones que erigieron a la Iglesia Católica como estamento dominante prácticamente hasta la actualidad.
Fue la última novela de Delibes y quizá no está a la altura de otras que han marcado su carrera, pero sin duda se lee con mucho agrado. La información histórica es espléndida y detallada. Y la trama, aunque en ocasiones se estanca por el despliegue de las descripciones, siempre remonta y nos regala un gran libro de aventuras con tintes costumbristas.
Una buena manera de acercarse al autor de algunas de las novelas más influyentes del siglo XX y que nos permite conocer un periodo decisivo de la historia.