Las últimas dos semanas he estado acompañando a Leola en su viaje desesperado a ninguna parte, su lucha por sobrevivir a un mundo violento y peligroso.
A estas alturas no creo que quede nadie que no conozca la maravillosa pluma de Rosa Montero. En esta ocasión, nos lleva a la Edad Media. Con personajes inolvidables, llenos de claroscuros pero con un atractivo indiscutible y con una historia que no da tregua, esta novela no se parece a ninguna otra que yo hubiera leído de esta autora. Se trata de una fabulosa narración llena de magia e historia a partes iguales.
La he disfrutado mucho, pero tengo que advertiros de algo. Al estar ambientada en la Edad Media, yo la encaré en un principio como una novela histórica. Y me equivoqué. A pesar de tener mucha información histórica real, el objetivo de la autora no es escribir una novela histórica, sino una fábula que explique, a través de la ficción mágica, la revolución que se produjo en la Edad Media. Y es que, en ocasiones, a la verdad se llega mejor a través de la fábula.
Varios son los factores que hacen de este libro una novela de aventuras por encima de cualquier otra cosa. En primer lugar, está llena de guiños a una realidad mágica que da sentido a muchos de los acontecimientos del libro. Además, en el epílogo, la propia autora nos confiesa que no ha respetado tiempos y espacios de los hechos históricos narrados. Como buena novelista, ha utilizado la realidad para, al deformarla, contarla mejor.
A pesar de todo, el runrún que me ha acompañado toda la lectura no se debía a estos datos incongruentes con la historia. No conozco tan al detalle la Edad Media, desgraciadamente. No. El runrún se debía a la forma de contar. Y es que La historia del rey invisible está escrita en primera persona y en presente. Es la propia Leola la que nos cuenta lo que le está pasando. Y en sus palabras, nos reconocemos. En su situación, probablemente pensaríamos y sentiríamos lo mismo. Y es esta comunión total entre el pensamiento de una pobre campesina medieval vestida de caballero y nosotros la que nos saca de la novela histórica y nos lleva a la ficción novelada.
Leola no tiene edad porque Leola somos todos los que nos enfrentamos a un mundo injusto y violento y a pesar de todo sobrevivimos. Los que encontramos, en las situaciones más duras, a la gente más valiosa. Leola somos todos los que queremos transformar la violencia medieval en un mundo compasivo y creativo.