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Los hermanos Karamazov (F. Dostoievski)

He pasado los últimos 15 días en compañía de la familia Karamazov. Han sido, claro está, unos días muy intensos. En ocasiones, tengo que admitirlo, me agotaba acompañarles y me costaba entender la pasión con la que recubren cualquier incidente, por más pequeño que este sea. Sin embargo, o quizá precisamente debido a ello, ahora que me despido y los devuelvo a la estantería, siento una especie de nostalgia. Creo que les he acabado cogiendo cariño.

La personalidad de los distintos componentes de esta familia es muy diversa. El padre es mezquino, egoísta, irresponsable; tenemos un hermano pasional y noble, otro racional y en cierto modo cobarde y un tercero entregado y mártir. Pero todos ellos presentan un componente común: el exceso. Son excesivos odiando cuando odian y amando cuando aman; excesivos en sus vicios y en su capacidad de sacrificio; en su relación con los demás, con Dios o consigo mismo.

La forma de escribir de Dostoievski está a la altura de sus personajes, desde luego. Creo que no había leído una novela con más adjetivos y adverbios que esta. Entre otros motivos porque el narrador apenas habla y son los personajes los que sustentan la práctica totalidad de la acción. Casi como si de una obra de teatro se tratara, en ocasiones la voz del narrador se ve como poco más que un conjunto de acotaciones para contextualizar los diálogos.

Tanto es así que en un momento dado llegué a la conclusión de que esta novela tenía que haberse adaptado, necesariamente, para el cine, la televisión o el teatro. Y así ha sido. Una búsqueda rápida en la Red nos aportó varias adaptaciones. Entre ellas, una serie japonesa. No sé qué opinar al respecto. Si la veis, pasad por aquí a contarnos.

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Reina roja (Juan Gómez Jurado)

Hoy creo que me voy a meter en un pequeño lío. Espero que sea menor. Pero con el libro de hoy me ocurre algo muy particular: me gusta, ¿lo recomiendo?, posiblemente no estaría dentro de mis primeras elecciones.

Cuando leí «Reina roja», aparte de por  ser un regalo muy especial, lo cogí con mucha fuerza al conocer el impacto que tuvo y el éxito de ventas. Me interesaba mucho leer una obra que había despertado tantos elogios y que estaba en boca de tantas personas. Pero la fuerza  se fue diluyendo hacia la mitad del libro hasta casi desear que su final llegara antes de lo que marcaban sus páginas. Hago un inciso para mencionar que había leído anteriormente Loba negra y me quedó mejor sabor de boca.

Y ha sido a raíz de esta reseña cuando he averiguado el porqué de mi opinión. Aparte de una trama que se va perdiendo entre otras que surgen a lo largo de sus capítulos y nos deja una sensación de que queda casi todo por atar y lo que está finalizado lo hace  de forma apresurada, había un picor que no dejaba de atormentarme e impedía que me dejara sumergir en las aventuras de Antonia y Jon. ¡Antonia y Jon!, ellos eran los culpables.

Quien conozca la obra principal de Lincoln Child y Douglas Preston empezarán a adivinar por donde voy. No puedo dejar de pensar que nuestros protagonistas de hoy son una copia de Pendergast y D’agosta, los personajes principales de las novelas escritas por el duo. Por una parte tenemos el intelecto, la genialidad y la elegante extravagancia de Pendergast y por el otro a su compañero, D’agosta, que representa el sentido común, el trabajo de campo imprescindible en una investigación. ¿Les suena?

Es inevitable, por lo menos lo es para mí, establecer el paralelismo entre los cuatro. En todo momento, la comparación está presente en su forma de actuar, de llevar la investigación y cómo viven la relación entre ellos. Y lo siento, pero tengo mis favoritos. Quizá porque sean anteriores y me convertí en fan de sus libros, quizá porque su desarrollo psicológico me parezca más profundo o puede ser porque me atrae mucho más la genialidad única de Pendergast que la tristeza crónica de Scott.

Por eso «Reina roja» no estaría entre mis primeras recomendaciones a quienes quieran leer una buena novela policíaca. Pido disculpas.

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¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Philip K. Dick)

Aprovecho la entrada de ayer, o mejor dicho, las respuestas en Twitter de nuestros lectores, para escribir sobre un libro que, tras la reseña, apareció varias veces. Hablo de la obra más famosa de Philip K. Dyck, la que póstumamente le sitúo en la cima de los escritores de ciencia ficción.

Hasta aquí la parte fácil de hoy. La difícil es diseccionar una novela más conocida por su adaptación cinematográfica y hablar sobre un autor tan polémico, casi odiado.

Puntualizo que la novela nunca fue de mi gusto. Sin duda la película Blade Runner me aportó muchos más matices, más riqueza en los detalles y unos personajes más profundos. Pero también dudé de si la intención del autor de la novela fue transmitir el mensaje que manda su adaptación. Porque hay diferencias sustanciales entre las dos. Hay personajes y hechos que desaparecen en la película y reflexiones donde el protagonista nos anima a una segunda lectura más pausada.

Quizá Scott supo ver lo que yo no vi y Dyck buscaba realmente hablar sobre temas como la divinidad, la ética más allá del ser humano, el fin de la civilización tal y como la conocemos…. Quizá. O tal vez simplemente no haya tal profundidad en el libro. Puede que únicamente estemos ante un argumento que se va enredando y no tiene un desenlace honesto o lúcido. Porque de quien hablamos es de un escritor con una vida tan compleja como podrían ser sus novelas.

Aquejado por problemas mentales, agravados por las drogas, siempre en una continua precariedad económica, su producción literaria es tremenda y variada. En sus novelas y relatos cortos plasmó sus sensaciones y pensamientos, pasando por una primera época donde era símbolo de la contracultura hasta llegar a sus últimas creaciones donde, bajo la influencia máxima de las drogas, sus temas recurrentes fueron la espiritualidad y la religión.

Cuestionado por unos, reinvidicado por otros, una cosa queda clara con él y su obra: no se perderán como lágrimas en la lluvia.

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Soy leyenda (Richard Matheson)

Comenzamos la semana con una pequeña gran novela. Pequeña de extensión, no más de 200 páginas, grande en su calidad y su trascendencia en las décadas posteriores.

«Soy leyenda», nos traslada a un mundo apocalíptico donde los seres humanos han desaparecido agonizando por un virus que ha dado paso a una sociedad dominada por vampiros. La originalidad de Matheson es presentar como normalidad la sociedad que se está componiendo por los nuevos seres. Y es nuestro protagonista, Robert Neville, el último humano, quien es la anomalía.

Un protagonista que además de su lucha contra los vampiros debe luchar contra la soledad, el miedo, la rutina y la locura. Su día a día es un desafío a la cordura, que no encuentra reposo ni descanso por las noches, donde vive encerrado en su casa asediada por los nuevos amos del mundo, que no son monstruos irracionales sino el germen de una nueva organización.

Un magnífico retrato de un ser humano que va aceptando muy despacio su verdadero papel en el nuevo mundo. Sus interacciones nos dejan frases y diálogos totalmente lúcidos sobre la condición humana al llegar a los límites de la cordura. La resistencia a la aceptación de un hecho que no tiene vuelta atrás refleja en la mente de Neville un detallado mapa mental sobre sus emociones y miedos que nos va calando capítulo a capítulo y nos sumerge en su sufrimiento y esperanza.

Una magnífica manera de empezar la semana, con una obra de arte de la ciencia ficción que nos dejará con muchas ganas de seguir leyendo más del maestro Matheson.

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Los asquerosos (Santiago Lorenzo)

Este libro me lo recomendó un amigo en pleno confinamiento y en cuanto volvieron a abrir las librerias me hice con él. Me parecía una historia muy apropiada para los tiempos tan extraños que estábamos viviendo.

El libro comienza como un viaje iniciático al interior de uno mismo. El protagonista, por motivos de fuerza mayor, tiene que salir de la gran ciudad a refugiarse en un pequeño pueblo deshabitado. Y allí, poco a poco, se va desprendiendo de todo signo de civilización. Como si se tratara de una alcachofa en la cocina de un gran chef, la historia nos narra cómo se va quitando, una a una, todas las capas duras que le recubrían como ciudadano integrado en la sociedad, hasta que solo queda él mismo. Y mientras somos testigos de este proceso de purificación, no podemos evitar plantearnos qué pasaría si nos deshicieramos de todo lo que nos recubre y nos protege. Qué ganaríamos con ello. Y hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar.

El argumento entonces da un giro inesperado, al incorporar a la historia a los otros, los asquerosos, que irrumpen en la tranquilidad del pueblo sin que en ellos se produzca ningún tipo de viaje interior purificador. Se convierten, así, en el contrapunto necesario a nuestro héroe. Comparten espacio material con el protagonista, pero mantienen todos los vicios que él detesta y ha abandonado.

La presencia de los otros, al menos al principio, proporciona a la historia situaciones hilarantes. Los lectores asistimos, sonrientes, a todas sus mezquindades, sus gritos, su consumismo irreflexivo, su mediocridad. Los miramos con suficiencia, desde nuestra posición de jueces benevolentes que pueden llegar a entender las debilidades del otro. Al menos, decía, los vemos así al principio. Porque llega un momento en el que comienza a rondarnos un pensamiento incómodo. Y entonces la sonrisa se congela y ya no nos hacen tanta gracia como antes. Sin querer, no dejamos de preguntarnos: ¿cuánto de asqueroso hay en mi? ¿Hasta qué punto Santiago Lorenzo nos está describiendo a nosotros, los lectores, con nuestra vida acomodada, consumista, urbana, llena de todo tipo de objetos innecesarios, de acciones inútiles? ¿Qué pensaría de mí el protagonista si fuera mi vecino?

Si tuviera que definir esta novela diría que es un agitador de conciencias a través de una historia simpática. No recomendada para el que no quiera cuestionar nuestra forma de vida.

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La amiga estupenda. Dos amigas. (Elena Ferrante)

Hace ya un par de años que Natalia me regaló este libro por mi cumpleaños. No había oído hablar de él (cosa extraña, porque después lo he visto en un montón de listas de todo tipo) y no conocía a la autora, por lo que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. Un vistazo en diagonal me sugería que se trataba de una novela costumbrista, de esas que pasan por tu vida sin hacer mucho ruido, dejando una agradable sensación al terminar.

Pero, una vez más me equivoqué, porque la novela que os traigo hoy es mucho más que eso. Es verdad que tiene un tono de relato de época. A través de la vida de sus protagonistas, dos niñas napolitanas que viven una amistad de luces y sombras, presenciamos la cotidianidad de un barrio popular de Nápoles de mediados del siglo pasado; nos metemos en el interior de las familias (esa sagrada institución napolitana), conocemos el sistema educativo y las condiciones del mercado laboral; vivimos, de primera mano, las restricciones que marcan la vida de una joven en ese contexto social tan determinado y sentimos, con ellas, la necesidad desgarradora de trascender a todo y volar bien lejos del barrio.

Pero, más allá de todo lo que nos cuenta sobre el contexto histórico, esta novela tiene un valor universal. El  retrato psicológico de los personajes es magnífico. No son, de ningún modo, herramientas al servicio de la autora. Muy al contrario, estos personajes están vivos, tienen contradicciones, aman y odian, igual que tú y que yo. Y, de pronto, te das cuenta de que esta pequeña novela está hablando de ti, no importa cuáles sean tus orígenes o tu realidad social. Porque habla de miedo y de esperanza, de amor y de envidia, de la soledad del que se sabe distinto a sus iguales y de la necesidad de buscar un destino en libertad.

Veníos a Nápoles de la mano de Ferrante. Entrad con esta novela y quedaos con todas las demás.

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El hobbit (J. R. R. Tolkien)

Acabo de ver en Internet que en los cines se está volviendo a estrenar la trilogía que hizo Peter Jackson de la novela de hoy. Pues bien, yo os voy a recomendar de corazón que antes os leáis esta pequeña novela precursora del mundo de fantasía más conocido de la literatura. Seguro que os cuesta mucho menos tiempo y dará muchas más satisfacciones.

Su tono es muy diferente a la trilogía «El señor de los anillos». Mientras el viaje del anillo es una epopeya, un viaje que cambiará el curso de una guerra, en » El hobbit» nos encontraremos un viaje de descubrimiento y maduración.

Narra la historia de Bilbo Bolsón, que a su pesar en principio, acompaña a un pequeño grupo de guerreros enanos en su búsqueda de un tesoro custodiado por un dragón.

Es cierto que empezamos a encontrar personajes fundamentales en la historia de la Tierra Media, esbozos de un mundo donde conviven elfos, enanos, orcos y humanos y nuestro protagonista se convertirá en involuntario héroe con un objeto que será la razón de ser de la gran novela que vendría a continuación . Pero su tono, en general, es más ligero, casi lúdico en ocasiones. Se suceden capítulos casi cómicos intercalados con breves escenas de acción.

Pero hay algo que une  a las dos novelas : su mensaje de tolerancia, su desprecio por la guerra y la esperanza de que siempre hay futuro. La simbologia de paz , la relación entre las diferentes razas que conviven y sus alianzas y  el valor ante la opresión se convierten en ideas que subyacen a los dos libros.

La razón de su diferencia es que Tolkien nunca pensó en publicarla al gran público. Su objetivo fue únicamente divertir a su familia. Pero era tal la calidad de sus páginas que nada más acabarla, tardó muchos años en hacerlo, se editó con gran éxito.

Un viaje que marcó el principio de un mundo de fantasía único y que ha sido cita obligada de las generaciones posteriores.

¿Os la vais a perder?… apuesto que no.

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Viva hate (Morrissey)

Posiblemente Morrissey provoque tanta pasión como rechazo. Hablamos de un cantante y letrista que jamás ha querido pasar desapercibido. Es más, su carrera como solista comenzó porque se sentía eclipsado. Nunca se sintió lo suficientemente valorado por otros grupos y artistas mientras formaba parte de The Smiths. Posiblemente su ego sea tan grande como su talento.
Quien lo haya visto, en directo o en vídeo, sabrán que la discreción no es su fuerte. Parte de su imagen persigue jugar con la ambigüedad y dentro del grupo no podía hacerlo libremente. Además, y en este disco lo siguió demostrando, sus letras siempre son controvertidas.

Corria el año 1988 y habían pasado unos meses tan solo desde que The Smiths se habían separado. Una triste noticia por el impacto que supuso esta formación en el panorama del rock durante su corta existencia (Otro día hablaremos del grupo).

Morrisey tenía el reto de demostrar que su talento podía sostener una carrera larga y fructífera. Razón no le faltaba. Aunque siempre habrá quien vea una línea continuista con su grupo, hay en sus temas un ADN propio y genuino; sería más propio decir que su genialidad impregnó al grupo.

En este trabajo encontraremos dosis de rock elegante, letras siempre ligadas a los libros, arreglos que recuerdan la esencia del pop británico y una producción que realzaba su voz por encima de todo.

Acertó de pleno porque en este disco podemos encontrar temas que hoy en día sus fans siguen demandando en sus conciertos. Temas como «Every day is like sunday», «I don’t mind if you forget me» muestran toda su capacidad creativa y los rasgos que habría de marcar su carrera. No podía faltar a su cita con la polémica y en «Margaret on the guillotine» volvió a dejar clara que la ministra británica no era santo de su devoción. Pero por encima de todas ellas sobresale » Suedehead», canción de desamor donde su voz calida suena como jamás lo había hecho hasta entonces.

Con este single consiguió algo que The Smith nunca lograron : colarse en el Top 5 de las listas británicas de éxitos. Un respaldo casi unánime de la crítica que comenzó a reconocerle que sin él,  The Smiths no hubieran existido. Quién sabe. Lo que sí es cierto que la música siempre gana con su talento.

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El sabueso de los Baskerville (Arthur Conan Doyle)

¡Por fin ha llegado el día!  Para quienes nos sigan sabrán de mi devoción por las novelas de misterio.Y que esta afición nació de la mano del personaje de hoy.

Sherlock Holmes representa el perfecto protagonista descrito en los cánones de cualquier buena novela negra. Es inteligente, meticuloso, valiente, con método, es ayudado por un perfecto compañero que complementa sus cualidades y encima casi siempre se sale con la suya.

La novela que nos ocupa hoy es la tercera publicada por Conan Doyle. Supuso el «regreso a la vida» de Holmes después de una desaparición casi definitiva en su última aventura. Un hecho que nunca pudo completarse porque a pesar del hartazgo de Conan Doyle por su creación, la noticia de su muerte supuso una oleada sin precedentes de innumerables lectores que reclamaron al propio autor y su editor la vuelta de su personaje favorito.

La pequeña venganza del escritor fue esta entrega, donde el protagonismo recae en el Doctor Watson. A él le debemos el peso de la narración así como los pasos que dirigen la investigación hasta el desenlace. Además, Londres desaparece como escenario de la aventura y nos encontramos en medio de paramos ingleses muy alejados de los dominios urbanos del detective.

La historia gira en torno a una maldición familiar por la cual un monstruoso sabueso mata a los herederos que se internan más allá de sus dominios. Preocupado por el ultimo asesinato y queriendo proteger al nuevo propietario, un amigo de la familia recurre a los servicios de Holmes y Watson. Pronto nos veremos sumergidos en una trama de terror y misterio donde los hechos narrados nos lleva más y más cerca a la posibilidad de que exista de verdad un perro mostruoso que da caza a los Baskerville.

Sin duda, la mejor novela de Conan Doyle y Holmes. Un clásico que además cuenta con numerosas adaptaciónes al cine y la televisión. Una delicia de libro que seguro a quien se acerque a él por primera vez enganchará y se quedará con ganas de continuar descubriendo más aventuras de la pareja de detectives.

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El Alpe d’Huez (Javier García Sánchez)

Hay eventos deportivos que trascienden los limites del deporte y se convierten en fenómenos sociales, como los Juegos Olímpicos, por ejemplo.

En el caso de hoy vamos a acercarnos a una vuelta ciclista donde nuestro país siempre ha tenido un protagonismo principal. Me refiero al Tour de Francia. Ese espectaculo asociado por la mayoría a las siestas de los veranos.

Los ciclistas españoles han protagonizado grandes gestas a lo largo de los más de cien años que tiene el Tour. Incluso los profanos en el ciclismo saben quiénes son Indurain, Bahamontes, Contador, etc.. Y esa épica ha dado lugar a un sinfín de artículos, revistas y libros, como el que nos ocupa.

Vamos a acompañar a un ciclista que casi está pensando en la retirada y quiere hacer algo grande en la etapa más mítica de la carrera, la etapa que acaba en la cumbre de Alpe d’Huez. Nunca ha sido un ciclista de primer nivel pero quiere acabar su carrera a lo grande, con un triunfo que hará que su nombre quede en las crónicas de la carrera.

Compartiremos su determinacion , su sufrimiento, su historia a lo largo de los kilómetros. Seremos testigos de excepción de los entresijos que se mueven durante el trascurso de la etapa, los pactos entre equipos, la especialización de cada corredor, sus funciones. Pero sobre todo, podremos conocer las curvas, las rampas, los puertos de montaña que dibujan quién triunfa o cae derrotado en uno de los deportes más duros que existen. Y en el final, el puerto más duro del ciclismo mundial. No por su longitud ni por su pendiente, su dureza se la ha ganado en décadas de estar presente en las páginas de oro de la carrera decidiendo quién era merecedor de coronarlo y quién debía poner pie a tierra y volver al año siguiente a intentarlo.

Un libro que nos habla de la superación, de la lucha que aún es posible entre el hombre y la naturaleza. Escrito con un estilo periodístico ágil, es en los momentos donde el ciclista nos habla de sus sensaciones donde reside la fuerza de su historia. Al final y sin darnos cuenta seremos nosotros los que alentamos su locura y celebramos cada kilómetro conquistado.

Una recomendación para después de esas merecidas siestas del mes de Julio.