¿Podríamos imaginar un mundo sin fantasía de donde extraer los cuentos y las historias? Si no supiéramos soñar al cerrar los ojos cada noche, sería imposible componer el puzzle de nuestra existencia. Este fue el propósito de Michael Ende al escribir su libro: descubrir la realidad a partir de abandonarla y adentrarnos en nuestra fantasía.
La historia interminable nos acerca un reino que existe en la imaginación de nuestro protagonista, Bastian. Un reino que existe, de hecho, en cada uno de nosotros. Vamos dándole forma, lo construimos e influimos con el paso de los años. Porque si no lo hacemos, al igual que en el reino imaginario, la nada lo termina conquistando.
El héroe del reino mágico, Atreyu, es nuestra prolongación, nuestra voluntad de ser alguien que rompa los límites de nuestro yo real. Y presentamos batalla para que la nada jamás devore nuestros sueños.
Aunque, por otra parte, para vivir con libertad y de forma plena debemos ser conscientes de aquello que forma parte de nuestro entorno más inmediato. Quizá Ende nos estaba anticipando uno de los grandes males que aqueja a nuestros adolescentes en la actualidad: la falta de límites entre lo que ven a través de las pantallas y lo que de verdad les rodea y afecta de forma directa.
En definitiva, una historia apasionante, única y eterna. De lectura obligatoria, es una magnífica oportunidad de adentrar a nuestros pequeños en la maravillosa locura de la lectura.
Libros e imaginación, alimento de nuestra alma.