Hablar de Frankenstein es evocar a Boris Karloff caracterizado en una imágen iconica del cine. Pero la novela de Mary Shelley es mucho más profunda, aterradora y compleja que las películas que se han basado en ella.
Imaginen una velada , tiempo desapacible, una reunión de amigos donde se proponen como juego crear el relato de terror más escalofriante posible. El anfitrión es Lord Byron. Y una joven de apenas 19 años es capaz de escribir la historia de un monstruo creado artificialmente, que siente y padece a imagen y semejanza del ser humano.
Este clásico de la literatura se ha visto distorsionado por las numerosas influencias del cine, como había señalado antes, por sus adaptaciónes al teatro y por la cultura pop que banalizó uno de las novelas más lúgubres de la historia.
Mucha gente ignora el subtitulo de la novela: el moderno Prometeo. Éste es un dato fundamental para comprender la temática de la historia. Al igual que el mito griego, el doctor Frankestein crea vida. Pero su castigo no vendrá de los dioses sino de su propia creación, que le perseguirá hasta los confines de la tierra y la cordura.
A lo largo de sus páginas, Shelley nos muestra los miedos de un monstruo que toma conciencia del rechazo que produce. La soledad que le consume hace casi insoportable una vida que no desea y los intentos por acercarse terminan en tragedia para aquellos infortunados que se cruzan con él.
Hay odio en cada capítulo . Por una parte el que muestra el doctor hacia su criatura y todo el trabajo que ha necesitado para crearlo. Por otro lado, el del monstruo, que nunca tiene nombre, hacia el ser que lo revivió para abandonarlo.
La lectura de este clásico nos da la oportunidad de revisar debates tan actuales como los límites de la ciencia, la tolerancia hacia la diferencia, el aislamiento como vejación hacia nuestra condición humana, etc…
Una maravilla de la narración que nos sumerge en un ambiente tan aterrador como fascinante.
Maravillosa velada la de aquel día.
Mientras que Dracula es una obra que me resulta arcaica, que no ha soportado el paso del tiempo como el mito que representa, Frankenstein es una novela que mantiene su vigencia. Es de esas obras que no pueden ser separadas del momento de su gestación. Esa gestación habla de feminismo (una mujer entre hombres, en un mundo machista y sin tener que esconderse bajo un pseudónimo masculino), habla de relaciones más allá del matrimonio. La novela habla de nuestros miedos, nuestras dudas, nuestros anhelos, y de cómo la vida nos pone piedras en el camino. Y también nos une con la modernidad en la figura de Ada Lovelace, hija de Lord Byron, presente en la reunión, y considerada la primera programadora informática.
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De acuerdo contigo casi en su totalidad. Me temo que disiento sobre la valoración de Drácula. Pero en el desacuerdo y la discusión está la miga de la vida. Y de la literatura.
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