Para empezar un bonito fin de semana casi veraniego, hoy vamos a hablar de uno de los mejores discos de rock de la historia.
The wall fue tal éxito que su influencia perdura más de cuarenta años después de su publicación.
Ironías de la vida, los conflictos entre los dos líderes de la banda, Roger Waters y David Gilmour, dieron lugar a uno de sus mejores trabajos . Los conflictos entre ellos y un hecho que le sucedió al propio Waters: en un concierto, un espectador con actitud muy agresiva provocó al bajista y éste terminó escupiendole. Este hecho provocó que se planteara poner un muro entre la banda y el público. No pudo hacerlo con la escenografía de sus conciertos, pero la idea estaba sembrada.
Y una cosa llevó a otra. En la mente de Waters, introvertido y alejado de la imagen de estrella del rock, comenzó a surgir la idea de plasmar en canciones la vida de una estrella de rock, llamado Pink, y que es su alter ego.
Y ese muro, al principio imaginario, fue materializandose en las canciones elegidas. Cada tema es un ladrillo y a lo largo del doble álbum trata los temas que preocupaban y sufría su creador. Aborda la guerra, la muerte de su padre en la misma, la sobreproteccion de su madre, la educación o la enfermedad mental.
El resultado es uno de los discos más oscuros del grupo, pero que más han brillado. Treinta y cinco millones de copias vendidas dan fe de ello.
Y nos legó un tema inmortal, versionado por artistas de muy diferentes épocas y géneros. Another brick in the wall, que se editó en tres partes, nos acompañará siempre. El coro de los niños es parte de la historia de la música.
Aún hoy, escuchar el disco emociona por su música, abruma por su letra y sobrecoge por su interpretación. Menos mal que estaban enfadados.