Publicado en Ensayo, Libros

Pirenaica (Ander Izagirre)

Los buenos libros de viajes son los que muestran los pequeños detalles, aquellos que se paran en describir las sensaciones. Es mi opinión, claro está, pero no encuentro placer en leer sobre la torre Eiffel. Me gusta mucho más saber sobre sus aledaños o sobre las personas anónimas que ayudaron en su construcción.

Con Pirenaica, ha coincido el gusto por mostrar esas pequeñas historias y mi afición por el mundo de la bicicleta. Porque el autor, antiguo ciclista, aúna su pasión por los pedales, los viajes y su innata curiosidad. El  resultado es buenísimo y llega a nuestras manos un libro que no pretende ser una guía turística, pero consigue despertar el deseo de visitar cada rincón escondido del Pirineo. Otra cosa es hacerlo en bicicleta, empeño solo reservado a personas en un estado de forma sublime. No es mi caso.

Pero ha sido un placer acompañarle en cada curva al son de unas anécdotas que me han llevado directamente a mi juventud, recordando mi afición por el Tour de Francia. Ha hecho despertar recuerdos de cuando pedaleaba, poco y cuesta abajo,  compartiendo sus momentos de sufrimiento y la increíble sensación que se siente al coronar un alto de montaña.

No tengo más que palabras amables para este libro y su autor. Consigue su propósito con creces. Ahora mismo estoy pensado en desempolvar mi bicicleta. Lástima que ese empuje dure hasta la primera cuesta. Pero seguro visitaré esos lugares y me recreare con sus historias y sus protagonistas, pequeños, pero imprescindibles.

Sólo espero que ningún pinchazo, literal o figurado, trastoque mis ganas. Ya me veo en la cima del Tourmalet mirando la maravillosa naturaleza y admirando a todos los que a golpe de riñón superan sus límites.

Publicado en Libros, Novela

Los perros de Riga (Henning Mankel)

Hoy he terminado de leer este libro, el segundo de la serie del comisario Wallander, del que ya os hablamos en una entrada anterior. Me acerqué buscando una lectura sencilla, un juego de detectives, un poco de aire fresco de la luminosa Suecia. Y me equivoqué.

En este segundo volumen, el comisario se ve envuelto en un caso que le llevará a un país de la Europa del este en pleno proceso de apertura a occidente. Nos encontramos de pronto justo en ese momento en el que confluyen lo peor de ambos mundos: todavía pervive el terror de un estado totalitario pero, además, se ha colado ya la posibilidad de hacer dinero fácil con el tráfico de drogas y su comercio internacional.

El resultado es una novela bastante asfixiante, en la que cada decisión del comisario te lleva un paso más cerca del horror. He acompañado a Wallander en su angustia de sentirse observado, perseguido, amenazado; de no saber hasta el último momento quién es amigo y quién es el traidor. Además, tengo que decir que mi intuición en casi ningún momento coincidía con la del comisario, por lo que he estado todo el tiempo deseando que tomara otras decisiones, que tuviera más cuidado. Termino la novela agotada y un poco frustrada por no haber acabado de encajar todas las piezas.

Sé que a @javiermoncayo, que se ha leído la serie, le encanta este personaje y que debería darle otra oportunidad con un episodio que se desarrolle en Suecia, pero creo que no lo haré. Wallander es demasiado humano para mi gusto y sufro demasiado. Yo prefiero acompañar a detectives más clásicos, como los que inauguró Dupin. Para gustos…detectives