Hoy os invito a recorrer conmigo los áridos pasajes de Arrakis. Será un viaje que, os lo prometo, no os dejará indiferentes. Como todo buen libro de ciencia ficción os permitirá vivir experiencias inusitadas al mismo tiempo que os ayudará a reflexionar sobre vuestra vida cotidiana.
Probablemente, de nuestro peregrinaje por sus más de 600 páginas salgáis con cierto sabor pastoso en la boca. No he disfrutado nunca más de un buen trago de agua fresca que cuando leí esta novela. En Arrakis, la falta de agua es tan severa que incluso el sudor o las lágrimas se recogen y se reciclan. Por eso, entre capítulo y capítulo me daba por pensar ¿qué estamos haciendo nosotros con nuestro agua? ¿Hasta cuándo vamos a vivir como si fuera infinita? Nunca he sido más cuidadosa cerrando grifos que entonces.
Otra consecuencia de vuestro paseo por este planeta es el modo en el que pensaréis, a partir de ahora, en los gusanos. En este planeta son criaturas gigantescas que emanan de la tierra, temibles y a la vez aprovechables como transporte. Y es que aquello que nos da más miedo, aquello que parece que puede acabar con nosotros puede ser, quizá, la solución a nuestros problemas. ¿Cómo estoy enfrentando yo la existencia de mis propios gusanos? ¿Me atrevo, en general, a plantarles cara, a domarlos, a aprovecharme de sus ventajas?
Son muchos los asuntos que se pueden resaltar de esta novela. Además de las duras condiciones materiales a las que ya me he referido, están las insidias y los conflictos sociales, la deslealtad, la codicia (todos desean el control de la especia), pero también la fidelidad, el coraje y el orgullo de ser quien se es.
Dependiendo de vuestra edad, vuestro carácter y vuestro género, tal vez os sintáis identificados con Paul Atreides, el joven protagonista. Yo, sin embargo, salí de las páginas de Dune sintiéndome una gran Bene Gesserit, adiestrada para soportar física y mentalmente cualquier prueba. Y es que viajar a Arrakis tiene un efecto duradero en nuestro carácter. Qué sería de nosotros (¡qué sería de mí!) si no pudiera convertirme por un rato en otro, si no pudiera aprender y crecer leyendo.