El ser humano siempre ha sentido fascinación por descubrir nuevos lugares. Cuando no quedó más mundo que descubrir nos tuvimos que conformar con visitar lugares alejados de nuestra vida cotidiana.
Y surgió Javier Reverte. Las literatura de viajes dejó de ser líneas descriptivas de lugares y se convirtió en historias llenas de vida. Leer sus libros nos permite conocer la historia de esos lugares, nos transporta a sus olores, nos abre los ojos a la luz especial de cada rincón , a las sensaciones más próximas al viaje real.
La obra que nos ocupa es la que cierra la trilogía dedicada a África. Se centra en tres países, Etiopía, Sudán y Egipto. El protagonismo se lo lleva el primer país y es la parte más profusa del libro en cuanto a anecdotas e historias personales.
Al igual que en las dos anteriores entregas, Reverte no se entretiene en descripciones engoladas, ni en endulzar la realidad tan dura que viven. Su estilo directo, periodístico, va desgranando la vida, la lucha de sus habitantes.
Conoceremos estos países tan diferente entre sí, a pesar de entroncarse los tres en el Nilo.
Etiopía, país copto, encerrado en su historia y leyenda. Sudán, dividido en dos partes tan diferentes como antagónicas. Y Egipto, donde es difícil hablar de él sin hacerlo de los faraones.
Tal y como dijo su autor, este libro es el relato de un viajero que empezó solo y acabó en compañía. África tiene mucha dureza pero más solidaridad.
Buen viaje. Disfrutenlo ligeros de equipaje y llenos de pasión.
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