A la hora de escribir esta reseña mi pulso tiembla y lo hace al llegar a mi mente, en oleadas, las imágenes de los campos de refugiados, de los cadáveres que aparecen en las playas, de los políticos de buenas palabras y nulas acciones.
La historia que Philippe Claudel nos regala es tan actual que nadie diría que fue escrita en 2006. Narra la huida de un abuelo con su nieta en brazos, el único lazo que queda de su familia. Huye de una guerra que ha destruido a su familia.
Y su huida le trae soledad, incomprension y rechazo.
Esta pequeña joya nos hace reflexionar sobre la hipocresía de acoger a refugiados para simplemente dejarlos apartados.
Nos toca la fibra sobre el desarraigo que sufren millones de personas.
Y todos estos pensamientos tan duros los retrata a través de un libro maravilloso, lleno de ternura y con dos protagonistas heridos que luchan al límite de sus fuerzas contra la soledad y la locura.
Esta obra nos regala esperanza y fuerza para levantarse y cambiar el mundo. Ya estamos tardando en hacerlo.