Desde que Darwin sugirió que el ser humano podría ser fruto de la evolución, como el resto de animales, nuestro orgullo de <<especie elegida>> se tambaleó. Era mucho más agradable, por lo que se ve, pensar en una intervención divina, aunque esto supusiera para la mitad (larga) de la población ser un complemento proveniente de una costilla.
Una vez asumido que no nos relacionamos con la naturaleza, sino que somos naturaleza, aceptamos que, en nuestro interior, se albergan instintos, comportamientos, filias y fobias que proceden del inicio de los tiempos, de nuestro pasado menos racional.
Pero el espíritu creacionista, ese que nos hace sentir mejores que el resto, volvió a hacer de las suyas. La mayor parte de la gente interpreta que nuestros más bajos instintos (la lujuria, la violencia, el egoísmo) provienen de ese pasado animal, mientras que la bondad, la solidaridad o el amor desinteresado serían rasgos propios de humanidad o, en términos modernos, del neocortex.
Cuánta falta hacía (¡hace!) el libro que os traigo hoy. En él, De Waal nos habla de un pasado evolutivo mucho más amable, de tal modo que de él no solo hemos heredado los instintos más violentos, sino también los más simpáticos. Odiamos o cuidamos a los desconocidos de un modo similar a como lo hacían nuestros ancestros.
¿Una prueba de esa visión más dulce de nuestros orígenes? De Waal nos sugiere que echemos un ojo al comportamiento de unos parientes muy simpáticos: los bonobos. En ellos encontraremos gran parte de las virtudes de las que nos gusta alardear. Son generosos, altruistas, cariñosos, solidarios, amables…
Y para los más escépticos, aún tenemos una prueba más. Y es que las zonas cerebrales que se activan cuando tomamos decisiones morales no se localizan en el neocortex precisamente. Por el contrario, nuestras más nobles inclinaciones activan zonas muy profundas (y antiguas) de nuestro cerebro.
Leed, si podéis, este pequeño libro divulgativo. El siglo XXI es un buen momento de comenzar a entender que todo lo que somos, lo bueno y lo malo, proviene de algún modo de dónde venimos.